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Las Guaridas de la Linea.

Todo abarcado por la creación, la premisa de la locución japonesa ¨Shinra Bansho¨ abre la puerta a nuevos horizontes y escenarios por medio de un medio conductor, el dibujo.
Es una búsqueda, un viaje a través de la mente y los procesos creativos en el que los conceptos de artisticidad se convierten en las reglas metafísicas de cada lugar creado. Por ejemplo, si el horizonte esta trazado por una sola linea y los volúmenes se construyen con tan solo dos plano de color, las reglas que rigen en aquel paisaje se convertirán en dualidad, en cielo y tierra, o el mar y cielo, y así cualquier cosa, ya que se esa misma linea se dispusiera de manera horizontal o levemente inclinada, se convertiría en la esquina de una pared o en el lateral del marco de una puerta.

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Las guaridas del mar.
Acuarela sobre papel básic. (140X210)
Arte de Joni Ortiz.

El cielo, al final de la introspección en uno mismo, resultó ser tan solo la luz lunar que escaparaba en albores desde el mar.
En el último guijarro del camino, la ventana serliana, sagrada en cada uno de nuestros balcones y miradores en los que
hemos detenido la mirada, se halla derruida, y pese a su ruina, sigue siendo digna de su portento ya perdido en el pasado.
Más allá del mar, donde el ojo llega al fin a refugiarse en la linea, Es aquí donde todo lo comentado en estos textos cobra
el sentido, pues uno no ve la altura del árbol hasta que no se ha alejado lo suficiente como para que la perspectiva no sea engañosa.

EL VIAJE A LAS GUARIDAS

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En la Guarida del oeste, ella descansa en ella mis más profundos recuerdos.
Rodeada por calares erosionados por la luz, el agua y la sequia, ella da de beber a quien entre para hacerle compañia, pues bajo la floritura pétrea e inamovible se esconde el oásis de la vida para deleite del que va buscando y llega a estas tierras caldeadas por la bendición ámbar que se tiende a espaldas de su sombra.
Ella mira más allá de su propia guarida, pues dicen que ella tambien quiso venir a este rincón del fin de un camino comenzado al dormir, y se quedó hasta que su cuerpo se convirió la propia sacralidad de la morada en la paz que allí se establecia y se estancaba como las nubes bajas que sueñan con ser la nubla de las montañas.
Ella se quedó mirando a la lejania, con el sueño ahora de ver a través de aquellos horizontes, hacia los montes que apuntan a su viejo hogar, aunque quizá ya no exista al ser consumido por una vieja factoria satánica.
La guarida del oeste es el remanso para quien quiera descansar de los haces totalitarios del amor.

La serliana, por fin, se nos presenta como la abadia en el robledal de Caspar David Friedrich, aunque, a diferencia, esta esta amparada por la luz del mar.
En esta parte central del gran ventanal de las guaridas del mar, se nos revela que el cielo era tan solo el brillo el mar ante la
luna. Siempre hemos vivido en una noche perpetua, jamas nos habíamos dado cuenta que nuestro cielo coloreado de cualquier
color impregnado en el ojo, era tan solo el remanso de la luz
liquida, en la que allí donde no somos capaces de imaginar, hay
otros horizontes.

La luz, pues, nos engloba, nos acompaña hasta la ribera de ese mar, a colmarnos de la calma que su oleaje nos da, que su marejadilla nos baña. La luna, tierra que están en la oscuridad alejadas de este propio mundo, es inalcanzable, es como aquel amor que nos hizo acogernos al olvido de ciertos recuerdos que nos punzaban y nos hacian, eso sí, tener que seguir adelante, hasta encontrar nuestro propio sitio un lugar en el que contemplar filosóficamente las cosas.
Es por ello que este lugar, central en estos páramos, está destinados para aquellos que hayan vivido en soledad y la que busquen.

Cuentan que la Guarida del oeste Surgió debido a que el amante de la mujer que llegó por primera vez a la Guarida del mar y se quedó para siempre, vino en su busqueda, pero no logró encontrarla,
ya que ella ya se habia ido, al menos su existencia, pues ella se habia quedado ensoñnando hasta que su cuerpo y sus sueños se constituyeron en sillares de piedra.
Él, desalumbrado y muy apenado, se quedó apostado a lado de un bosque cercano, con la vista echada en dirección a la luz que se escapaba de entre las nubes tenebrosas que por la derecha regian la guarida, vigilando y convirtienda en guarda y custodia a partir de aquel entonces desde la atalaya en la que se habia construido su sueño de volver a verla, a los seres que se querian escapar desde lo desconocido, y querian conquistar a las orillas de las Guaridas del Mar, protegida y flanqueada por los amantes que vinieron buscando algo, pero que se terminaron encontrando al poder encontrarlo. Cada ciprés aquí simboliza un buscador, un viajero cuyo fin era llegar hasta estos montes.
La guarida del oeste es el lugar para quienes buscan entrenar el cuerpo y la mente, ejercitarse y estudiar, para aquellos que van buscando un amor que les fué otorgado pero que se les escapa de las manos sin saber porqué exactemente, viendo como son incapaces
de reaccionar y necesitan el descanso que les
pueda proporcionar las estancias de esta guarida.

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